De la convivencia, lo peor es la envidia. Por más sana que sea. Auque… realmente… la envidia sana es la mentira más grande que ha pasado por las amistades, los romances, los gobiernos y hasta los álbumes de figuritas, sin mencionar la playa.
Buenos Aires nos esta acostumbrando tímidamente a festejar todo lo que existe a nivel mundial. Esta es la razón por la cual Once repentinamente se lleno de calabazas horrendas creadas en la decadencia de Utilísima Satelital, brujas muy similares a mi madrina (encuesta: Quien mantiene el contacto con su madrina?) y demás huevadas de menor importancia que las ya mencionadas.
También hemos visto al micro centro pintarse de verde diarrea post pizza de verdura todo porque a un santo llamado Patricio, que por mas blanco y puro, era alcohólico y bien que le cabia chupar, le pinto que todos tuviéramos resaca ese día en su honor. No me quejo de eso, sino de los miles de forros de papel araña que salieron a la calle con la camiseta de Irlanda o simulando ser duendecitos vírgenes a los 42 años.
Hoy, mi pareja estable tanto en la cama como en la enfermedad, la pobreza y las cenas de Burger King, se levanto una hora antes que yo porque su empresa, feliz predicadora del Día de Acción de Gracias, esa fiesta donde los pavos son sacrificados y después les agradecen en ronda, rezando por haber muerto sin nervios y ser una carne tiernita, bueno, para el festejo, la empresa invito a sus empleados a un desayuno en un conocido hotel de la capital federal.
Cuando el partió, mi estomago ya deliraba envidiosamente con masas y alfajores bañados en chocolate, con frutas bañadas en chocolate y con… baños de chocolate.
Tras su partida, a mi me restaba una hora de placido sueño, en la que mi cabeza se dedico a elaborar un algo muy interesante: Arribaba yo a una ciudad donde los habitantes, generosos y limpios y ricos, caminaban por sus veredas cual catering ambulante ofreciéndome comidas, postres, desayunos y hasta había un elefante vertedor de leche con nesquik.
Imaginen como me levante. Ansiedad oral, anal y estomacal. Gula. Horror.
Una vez en el trabajo, aun con hambre, fui a la cocina por un café de filtro gratuito y me encontré con algo sobre la mesa: una medialuna de grasa. Calentita. Gordita. Engordante. Me anuncie: “Voy a hacer pis, me hago un café con leche y la hago mía”.
Lamentablemente, al volver, alguien había decidido que mi medialuna solo serian algunas migas, y un simple sueño y la secuestro y aniquilo mas tarde, dejando en mi un vacío, una angustia, una pena tan grande que… que… almorcé mis empanadas sobrantes de la noche anterior a las 10 y media de la mañana.
6 comentarios:
Cuanta razón tenés...cuantos boludos van a fetejar San Patricio (para mi siempre fué un Sanatorio) y no saben donde esta ubicada Irlanda en el mapa...
Eduardo de Pringles
meli...noto q tus post ultimamente tratan de comida...o cuando chateo con vos.....tb me hablas de comida....te estas alimentando bien coraozon??? jeje
te amooo muaaa!!!!!!
Ay Meli, me estás dando pena, si te cruzo te tiro un par de monedas, o unas migajas de pan, lo primero que saque del bolsillo.
Espero que tu novio te haya traído algo de queruza de ese desayuno!!!
Hola Melisa! soy nuevo en esto...
Me gusta mucho tu manera de escribir!
Me reí con:
Me anuncie: “Voy a hacer pis, me hago un café con leche y la hago mía”.
Voy a empezar a visitar tu blog!
Un saludo,
Iván
pd: si queres date una vuelta x mi blog, está en permanente construcción desde hace poco.
yo todavía mantengo contacto con mi madrina
a mi madrina la llame hace unos dias porque aparentemente me queria estafar con una tarjeta de credito, la mande a cagar y le corte, lo de la medialuna te paso por meona, tipico mal? de la muchacha argentina (por lo menos varias de mis ex eran re meonas) lei todos los ultimos posts pero te escribo aca, muy bueno y me copo el poema caoticooscuroreal. besos
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