- Voy a tener una banda – me dijo feliz y campante.
- No. No estoy preparada para esto, no sirvo para ser la novia de un rockstar – respondí, mientras un hilito de mierda me desfilaba por la bombacha de la histeria.
La banda nació. De pronto me copaba los espacios de los martes a la noche y me regresaba a mi amante, a mi caballero de armas plenamente borracho a altas horas de la madrugada y yo solo pensaba una cosa: “me está cagando. La banda es solo una pantalla”.
Con el correr del tiempo comencé a pensar otra serie de cosas de igual categoría, pero diferentes en su esencia, como por ejemplo: “Ahora me va a dejar por una fan”, “ya no va a tener tiempo para mí”, “cuando le tome el gustito a la joda de nuevo me abandona, me tira como una berruga arrancada con los dientes bajo la luna llena” y demás frases que denotan en mí una obsesión creciente que tendía a exasperar hasta a mi propia conciencia, a mi propia alma desgarrada por la paranoia fulminante de una mente enferma.
Otra de mis preocupaciones era la influencia amistosa de los amigos de la banda a quienes no conocía. Yo solo registraba a dos: grandes personas, uno con una tendencia al descontrol lujurioso y endiablado y otro que toda mujer desea que sea amigo de su novio, que destila paz y buena fortuna. Los dos integrantes restantes eran una incógnita. El miedo me afloraba y solo pensaba en charlas en las que los desconocidos incitaban a mi propio novio al pecado, a la traición para con su novia adolescente.
El psicólogo Dr. Humberto no me daba turno y la concha de su madre. Necesitaba alguien en quien apoyarme para dejar correr la bola de la locura. Nadie me seguía la corriente y solo podía comerme los sentimientos y simular seguridad. Era imposible.
Con el paso de los meses me adapté rápidamente a la idea de la soledad de los martes, pero para mi pesar, ese fue el momento en el que otra etapa se iniciaba, ahora venía la era real: el primer concierto.
Ahora se venía el contacto personal con las yeguas roba macho, con las fanáticas enfermas, las que, según mi cerebro afectado, emputecen cualquier antro para destruir las relaciones estables. Mi caballero es cantante, las miradas estarían puestas en él indiscutiblemente. Mi alma estaba seca cual ojo de vieja lectora del diario La Nación.
Llegó el día, era domingo. Mi primer comentario fue: “Qué día de mierda para tocar eh, realmente, es para gente que no tiene un carajo que hacer”. Con esto, yo solo intentaba desmotivarlo, hacerle sacar esa idea maliciosa de su alma, desprenderla y enseñarle otras cosas como horticultura, panadería, limpieza de poros caninos o hasta a cortarle los cabitos a las chauchas, hermosa actividad para hacer en conjunto… pero no. Realmente él quería hacerlo y tuve que aceptarlo, aprovechando claro para conocer a los “otros” individuos que no conocía, pero que imaginaba como los demonios que cabalgan al lado del Tío Rico del Pato Donald.
Entré al recital como quien firma su acta de defunción, con la cara gacha, tarareando con lágrimas lagañosas los temas que ya conocía, esperando ver solo hombres o mujeres de la tribu del congo con sífilis, con hongos pululantes y piernas con escamas bordó.
De pronto, sin quererlo ni pensarlo el pánico desapareció al tiempo que crucé la puerta resguardada por un patovica negro y redondo, sudante, perfecto participante del sindicato de taxistas desempleados y sin agua. La paranoia se esfumó, tomé una cámara de fotos y me dediqué a retratar la oscuridad y las luces de neón, me senté delante del micrófono como quien reclama lo que es suyo, o más bien, lo da por hecho por primera vez en la vida, me sentí confiada, quizás por el push up que enaltecías las pochas o el flequillo que levanta la moral cuando está bien peinado, quién sabe.
Ahora, con todo lo que he sufrido, voy a hacer algo que quizás pueda generarme más trastornos. Es probable que con esto esté abriendo las puertas de todas las muchachas de tanga de chocolate comestible para que se acerquen al fotolog de la banda. Si es así, olvídenlo. La puerta tiene llave y la guardo entre las tetas.
Los dejo acompañados de The Plagios, ya sin miedo ni esquizofrenia, con la banda completa que resultó ser un grupo de buenos muchachos, o al menos, aparentan serlo.
Fotolog de The Plagios
My Space de The Plagios
9 comentarios:
primeroooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo otra vezzzzzzzzzzzzzzzzzzzz, no puedo parar de leerte, que buena produccion ultimamente nena!
Despues del rush de adrenalina que me provoca ser el primero(sensacion solo superada por el sonido de la alarma cuando hay que subirse al camion) tengo que decirte que sos muuuuy tierna y me encanta cuando expones tu humanidad, porque cuando despotricas de todo lo que odias sos una hija de mil putas.
Te adoro
asi que destilo paz y buena fortuna? aaay que tierno que soy! para que te quedes tranquila te digo que hace mas de 10 años que piso escenarios y jamás tuve una puta groupie! (aunque de plomo siii! jeje) no tocamos para las chicas, tocamos para expresarnosssssss..... ppfff....y tambien es una buena excusa para juntarnos en la semana y cagarnos de risa. gracias por estar ahi, sos la mejor novia que un amigo puede tener jiji, besos nena
jajajaja
viste q no era para taanto
q bueno q hayas superado eso. y espero q no te surjan nuevas ideas maliciosas. y si es asi aca estoy para escucharlas todas =)
te quiero trolis
Hay que empezar a publicar estas cosas eh...
Para el verdadero rockero under no hay fama ni groupies, así que tu miedo no tiene fundamento y roza con el egoísmo.
Sos una maldita Mel, pero no cambies esa maldad, por favor!
Besoss
Llegué a tu blog, recomendada x un amigo...y la verdad: buenisimo lo q escribis!!!...ademas es todo real!!..jeje...muy bueno el relato!!...besossssssss
DIGALE SÍ! AL ROCK UNDER!!
si dios quiere melancoholemia se presenta este sabado..
POR ESO MISMO DIGALE SÍ AL ROCK UNDER
Muy bueeeeno el blog, es la primera vez que comento, te lei desde el primero, aparte mi viejo vive en once y yo en villa adelina, tiene que ser cerca de donde laburas vos! muy buenos los post, tenes que postear mas seguido!! no seas vaga.
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