Hace unos cuantos años yo era hincha de Boca. Era una bostera adicta a la pelota, tenía problemas psicológicos graves y mi pared estaba empapelada de fotos de Diego Latorre y Martín Palermo. Iba a la cancha y le gritaba a Oscar Córdoba que lo amaba y saltaba con la 12 como si tuviera dos bolas venosas en le entrepierna galopando al ritmo de los cantitos.
La tarde en la que más cerca estuve de cagarme encima fue una en la que volvía del colegio San José de Quilmes y de pronto, en una concesionaria de autos caros, me pareció ver a Palermo. Tenía el flequillo, la cara, las piernas, todo. Yo, como buena fan, tenía la remera de boca trucha puesta desde hacía una semana. No dudé un segundo en bajarme del colectivo y correr hacia mi ídolo de la pelota. El problema fue que el 85 paró 4 cuadras más lejos que donde el tipejo estaba parado. Recuerdo correr y chivar por esas cuadras y sentir al tiempo que me acercaba, un sorete en la puerta del ojete nervioso que golpeaba por salir y empaparme la bombacha.
Esta había sido mi situación límite… hasta ayer.
Salí del trabajo a las 5 de la tarde en punto. A las 5 y cuarto estaba arriba del 60, el recorrido hasta el subte en Cabildo y Congreso de Tucumán tiene una duración de 25 minutos aproximados. Llegando al minuto 14, un retorcijón se apoderó de mi panza. Al lado mío estaba sentado un muchacho de tez negra azabache que no hablaba castellano, aproveché el ruido del motor para descargar un gasesito. Mi problema surgió entonces. Lo que era un retorcijón devenido en pedo, era ahora una imperante necesidad de cagar.
Pensé: “Tranquila Mel. Ahora te bajás y la cuadra que caminás hasta el subte va a ayudarte a que el sorete se meta para adentro de nuevo”. Esto no pasó.
Subí al subte, me senté y comencé a sentir el dolor de los cachetes del culo apretados. La sensación era la de que si dejaba de hacer esta fuerza, una fuente de mierda regaría mi calza y mi vestidito blanco.
En José Hernández volvieron los retorcijones. Subí el volumen del MP4 y me puse los anteojos para evitar que la gente viera como las gotas de sudor me cruzaban la cara y los ojos se me ponían en blanco con cada semi contracción anti gas. Ahora, la torpeza de emanar el más mínimo pedito podía significar una catástrofe ecológica, el pedocaca era casi inminente.
Rezándole a las diosas de la sequía intestinal me sorprendió la estación Pueyrredón. Una sola faltaba ahora para llegar a mi destino subterráneo. Luego restaría solo caminar las 4 cuadras hasta mi casa, subir el ascensor y correr por el pasillo hasta el baño.
En Pueyrredón el subte se detuvo. Pasaban los segundos y no volvía a funcionar. Con cada minuto de demora, los ríos de mierda se hacían más y más turbulentos. Los tubos de mi intestino estaban colapsados, el recto nunca había estado tan lleno, rebalsante, invadido de almuerzo y de merienda descompuesta. Apenas arrancó volví a apretar el culo con las fuerzas renovadas. Cagarme en el subte no era una opción.
El primer pie que puse en la calle Uriburu fue en forma de zancada. Los pasos kilométricos que estaba dando no tenían una medida exacta, me hacían doler los talones y desprendían las gotas de transpiración que pendían de la espalda. No podía más. Al hacer dos cuadras evalué que podía meterme en alguna calle vacía, cagarme encima, tirar la calza y caminar el resto del camino solo con mi vestidito blanco, sin bombacha, con olor a verdura y la cara amarilla tapada por lo anteojos. Gracias a este pensamiento pude seguir avanzando.
Las viejas, los carritos, los cirujas y zapateros se cruzaban en mi camino, pero yo no podía detenerme. Pasé por encima de un caniche, no le di paso a una mujer con cochecito e hice equilibrio por el cordón de la vereda para evitar un choque que me demorara y liberara el caudal anal ya casi incontenible.
Abrí la puerta de mi edificio, me temblaban las rodillas. Me senté en la escalera a esperar que bajara el ascensor e hice fuerza hacia abajo con la cadera para mantener el agujero cubierto con el piso. Abrir la puerta del ascensor y esperar llegar al piso 3 nunca fue un proceso tan largo. Por un segundo perdí las esperanzas y pensé en dejarme llevar por la intención de mi estómago desbordado, pero faltaba tan poco para disfrutar del inodoro…
El departamento fue abierto de un modo que aún no puedo descifrar. Mientras corría por el pasillo me sacaba la mochila, me desataba el cable del celular y me bajaba la calza, las medias y la bombacha todas juntas. Esto solo quitó obstáculos a la diarrea, que volvió a insistir con más fuerza que antes, pero por suerte, el baño ya estaba a la vista.
Qué lindo es estar en casa, aún en esos casos en los que el ano se te desangra.
17 comentarios:
doy fe!!!!!. yo vi su cara cuando entro corriendo y me pidio que cerrara la puerta de entrada.
Jajajajaj sos un asco, sabélo. Pero ojalá las mujeres fueran así y dejaran el "yo hago con olor a flores".
Buenísimos tus posts! igual me quedo con el naranjú chorreando por las tetas jajajaja
Beso Mel!
Jjjaja, Mel, en definitiva, un final felizzzz jajja
Jaja llegué a sentir ese retorcijón de lo mucho que me compenetré.
Ahora... que suerte que tenés de poder cagar violentamente cuando tu hombre está en casa...
Las veces que tengo ese problema de cagarme al punto de sentir que me desmayo, cuando esta mi novio en casa cierro el culo y trato de cagar finiiiiito y disimulado, y es lo peorsísimo.
No puedo sacarme la vergüenza de cagar con el presente en la casa, como si estuviera escuchando detrás de la puerta...
de sas tro so
me hiciste morir de risa!!...lo contaste tal cual es!!...jajaja...me pasó varias veces!!...y es espantoso estar amurando!!...jeje...siempre un placer leerte!!...saludosssss
este post deberia llamrse como el anterior, o descargo necesario II, vivido como pocos, revelador como ninguno...me arrodillo a sus pies...y lo haria si se hubiese cagado tambien
Sería muy obvio decirte que con este post tan genial.... TE FUISTE A LA MIERDA!
a) La próxima bájese en Juramento, que por ahí hay un mcdonalds, y todo el mundo sabe que no hay mejores baños que esos.
b) Era palermo o no?
Jjajajajjaja. Tu te cagabas, pero yo me meo al leerte. Jjajajajajajaj.
Que asquerosa que sos, pero me gusta tanto leerte....
Muacksss
Sí, era Palermo señores. Tengo su autógrafo encuadrado sin vidrio desde hace unos 7 años.
Si hay un tema del que conozco, es de sentir cagarse encima.
Iba a una entrevista de trabajo en el 146, todo empilchado, divino. Pero el maldito retorcijón se me cruzó y empecé a transpirar frío.
Resumiendo: Me bajé en una estación de subte, hice equilibrio y emboqué. Ni en pedo me apoyaba, era el baño del infierno.
El resto es tal cual lo escribiste, uno mismo puede darse mucho asco.
jajajajaja
hija de puta!!!!!!!!lo unico q me faltaba era imaginarte aguantando una maxi diarrea.
q genial!!
nose q se lleva los premios si esto o la vomitada de coca por florida!!!
besos mel...te adoro
sos una idola!!
te amo te amo teamo tanto!!!
Hay quienes dicen que el orgasmo es el mayor placer, pero nada mas placentero que cagar en momentos como esos.
por que cuando uno se caga encima es tanta cantidad? y ese sentir de el sorete amasado entre los cantos y rogar que no ruede entre las piernas!!! por dios que feo!
NUNCA MAS A PUNTO LA EXPRESION ME HICISTE "MEAR DE LA RISA"
Flaca, que bueno quellegaste, pero me hiciste pensar si la del coche con el bb no era yo, ya que somos vecinas.
Si te sirve de algo, yo vivo cagándome por la vida y no entiendo a las que por una semana no lo hacen jajajajaja
MUY BUENO TU COMENTARIO
SALUDOS
MILY
Hasta en lo guarango sos Genial escribiendo !!!
Realmente las mujeres no contamos esas cosas!!!pero... te cuento la mia......la diferencia es que me hice encima en el auto de amigo, y lo gracioso es que los dos que hiban adelante se hechaban la culpa de los malos olores, hasta que les confece que la del olor era yo, y que no eran gases !!! Pleno verano, buenisimo para hacer dieta de solo frutas....y no me anticiparon que la salida era tomar algo y disfrutar de la piesta de hielo de Flores !!!
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