jueves, septiembre 21, 2006

Santa Primavera

Y finalmente llegó el día. La gente revolotea por la calle esperando una flor regalada por algún promotor de Movistar o CTI, los niños arman su Picnic, sus brownies locos, sus vinos en botellas de coca. Las niñas preparan la minifalda y una bombacha de flores transparente, esperando no indisponerse y cazar a algún bicho bolita en algún parque vecino que no envenene la entrepierna al sentarse en el césped. La vida cobra sentido, llegó la Primavera.
Vaya un mortal a saber de dónde nació esta tradición tan culta y culinaria, donde el objetivo primordial pasa a ser arrojar la mayor cantidad de basura relativa a la pelotudez kiosqueril en cualquier espacio verde disponible. Contento está el pobre pelotudo que los juntará mañana a las 4 de la mañana, cuando la resaca en los jóvenes esté dandole un nuevo giro al inhodoro verde de bilis.
Olor a limpio. Sol. Fresias y jazmines, elección de reinas de todas las primaveras de todos los locales de Buenos Aires en todos los talles, colores y medidas. El 21 de Septiembre se a hecho tan popular que hasta podríamos festejar al mismo tiempo la Navidad, el Año Nuevo y el nacimiento de Alá. La convocatoria a los Lagos de Palermo es tal, que hasta se estaría pensando en consruir una plaza techada bajo tierra para los villeros que no resisten la tentación de ver tantos celulares juntos tirados en la verde inmensidad sin poder venderlos como cartón al final de la velada.
Alergias, mocos de aguita, polen volador que flota inseminando artificialmente hasta al mismo Cupido, más mugre, vino en cajita... la Primavera, la feliz, feliz Primavera.

viernes, septiembre 01, 2006

Con un plumero en el orto

La anticipada primavera hace más difícil la estadía en la cama sin el sentimiento de culpa. El solcito que entra desde la ventanita de mierda es suficiente no solo para tapar mi visión de ER Emergencias y así verme a mi misma reflejada en la pantalla, toda lagañosa, llena de grasitud mañanal, sino que también este mismo solcito es causal directo del olor a post planchado cada vez que hace contacto con alguna de las mantas que muy suciamente se acumularon este invierno en mi cama.
Repentinamente decido hacerme un café y antes de siquiera levantarme planifico mentalmente todas las cosas que voy a hacer durante el día: sacar el agüita de la basura llena de larvas que está gestándose desde enero en un rincón de la cocina, lavar el piso lleno de gotitas de semen precipitadas por caer antes de llegar al inodoro, sacar el barro de arriba del lavarropas (vaya uno a saber como el lavarropas termino en el balcón) y enviar placidamente la ropa a lavar, porque ya son como 8 bolsas y si ahora empieza el calorcito, el olor a daiquiri de roquefort puede ser complicado de manejar. Así estaba mi casa, pero al llegar a la cocina me enfrente a la tremenda verdad: la realidad era peor.
Por sobre la heladera blanca (ja.... ja..... blanca.....) comienzo a divisar eso que las viejas de mierda gualicheras llaman "baba de diablo". Un hilito insípido de baba de mogólico, (no entiendo por que esta manía de hacer quedar al diablo como un pelotudo baboso, pero en fin....) que se expandía por todo el techo creando telas de arañas perfectamente construídas, algunas con más de 2 pisos y hasta ventanas. Mi cocina es alta. Mejor dicho, sus techos blancos (ja.... ja..... blancos...) son altos, y la mejor manera de quitar telarañas es con.... ¡un plumero!, si, ese palito finito que en la punta tiene como un ramito de plumas que se desprenden con el contacto, que pertenecen a un animal no identificado, pero que es muy suave, gris y debe ser mas feo que la concha de la lora.
Si una persona piensa donde puede conseguir un plumero, lo primero que pensamos es el supermercado que tenemos en frente de casa, todo sea por caminar lo menos posible, pero NO, ahí los chinos no limpian las telarañas, las prenden fuego con sahumerios. Lo segundo que pensamos es en un local de cosas para el hogar, pero allí parecen ni siquiera saber que es ese fálico instrumento plumoso y largo que no vibra. ¿Por que solamente en quilmes hay hombres que tocan el timbre ofreciendo plumeros como plantitas, eh?? EH??? Ya frustrada y habiéndole preguntado hasta a la chica que vende bombachas bolivianas donde comprar un plumero, recordé que mi madre solía limpiar telarañas con un palo y un trapo atado en la punta. Lo intente, pero los pedazos de moscas disecadas por esta bestia de 61 patas no dejan de causarme nauseas, por eso prefiero desistir. Así es la vida, habrá que vivir entre ellas.... pero.... ¿que hay ante mis ojos? ¿es un folleto publicitario? siiiiiiii ¿es de comida ferretera? noooo ¿es del lugar donde podríamos vivir si nos dejaran acostar en las camas?? siiiiiiiiiiiiii caraaaajoooo es un catálogo de COTO, que efectivamente SÏ ME CONOCEEEEE Y SIIIIIIIII; VENDE PLUMEEROOOOOOOOSSSSSS!!!!!!!. Variedad de precios, de colores de plumas, de garzopos, de palitos.... gracias COTO, gracias. Me lleve el de $6.50, limpie las telarañas y ahora lo exhibo en el living, para que los demás capitalenses lo conozcan, lo admiren y se lo prueben en el orto.
AMÉN.