sábado, octubre 31, 2009

Los Hermanos Sean Unidos

Chat. Días trás.


- MEL dice: "Hermano te tengo que mostrar algo, ¿podés ver?"


- F R A N C O dice: "Depende qué, a ver, decime qué es..."

- MEL dice: "Christian castro. Mirá esta FOTO y decime cuando hayas visto."

- F r a n c o dice: "Listo, la vi. ¿Qué pasa?"

- MEL dice: "Es igual al de esta FOTO"

- F r a n c o dice: "Cuándo y en qué momento se te ocurrió la comparaciónnnnn, jajaja

- MEL dice: "Recien. Es IGUAL, IGUAL."

- F r a n c o dice: "Muy parecido, la mirada... le falta una pija en el culo a E.T nomás"

- MEL dice: "Ahora cada comentario de alusión homosexual que escucho me hace acordar a Toti Pasman, te juro"

domingo, octubre 25, 2009

Cuarzo Rosa

La siguiente es una canción. De hecho, es la primera canción compuesta utilizando la "FÓRMULA ARJONA", a la inversa. Por "FÓRMULA ARJONA" se entiende la utilización y abuso de cualquier tema femenino repugnante para generar canciones románticas para llorar. Ejemplos: la menstruación, los 40 años, las carnes blandas.

El pensamiento que subyace bajo este tema es "si a Arjona le funcionó hablar mojadamente de los temas escatológicos femeninos, a mí debe funcionarme a la inversa, es decir: hablar mojadamente de los temas escatológicos masculinos".

La siguiente canción, "Cuarzo Rosa" es la primera hija de esta fórmula, haciendo en sus líneas una clara alusión a la disfunción eréctil. Otros capítulos futuros referenciarán a la eyaculación precoz, la mierda en el calzón blanco y muchas cosas más.

Porque si Arjona pudo, nosotras podemos.

.

.

Había robado maquillajes

de carteras de mis amigas,

lencería nueva, medias y hasta un portaligas,

fragancias, velas, la luz baja

y un cuarzo rosa sobre la mesa

(es bueno para hacer el amor, lo dice en las librerías)

.

Y no se te paró...

como un kanikama al sol,

no, no se te paró

no te preocupes, son cosas que pasan,

¿dónde escondo nuestra noche de amor?

.

Bordeaste mi panza y me mordiste una costilla,

sentí cosquillas en los dedos,

un circo de libélulas se anidaron en mis huesos...

pero de pronto te alejaste

“ya vuelvo hermosa”, te levantaste

tan apurado y tan distante,

la luz del baño no fue discreta…

quise dar vuelta la mirada,

recibir una llamada,

pero tarde era para escapar

.

Y no se te paró.

la materia no se solidificó,

no te preocupes, les pasa a todos,

¿qué otro día en esta semana te queda mejor?

.

No se te paró,

el placer se alejó,

no, no se te paró,

ya vendrá nueva ocasión…

Si quiero.

miércoles, octubre 07, 2009

Un éxito

Las 5 de la tarde del lunes no llegaban más. Las agujas parecían determinadas a hacer lo más tediosa posible la espera.

Mi Nani me recibió en su cuarto a las 2 de la tarde. Como siempre, festejó mi entrada como si hubiera hecho algo para merecerlo, más que adorarla con el alma entera. Ella estaba nerviosa, yo desesperanzada. No podía expresarlo, pero sus ojos lo decían a gritos. Perdía la vista en la ventana y desfilaba su cabeza rapada con orgullo. Se acomodaba la cofia y me señalaba lo nuevo de su camisón. Le dije que si salía de esta, iba a comprarle pañuelos para que saliéramos juntas a lucirlos. Se me cagó de risa en la cara. “Si salgo, no cocino más”, arrojó. Fue la frase más clara de la tarde.

Arrimando a las 16:30, quiso dormir una siesta. La dejamos sola mientras por dentro pensábamos si esta sería la última vez que íbamos a verle la sonrisa, la cara rosada y los ojitos ansiosos.

Me senté en el pasillo con mi mamá, mi abuelo, mi hermano y familiares varios. Me reencontré con mi madrina después de 16 años. El sillón me escupió al suelo y apoyé la espalda en la pared. Rompí a llorar y me acordé del jardín de mi Nani. La vi cortando camelias y poniendo dos rosas en la mesa para servirme el desayuno que yo tardaba 8 minutos en comer. La vi sirviéndome mi almuerzo de colores: un puchito de cada verdura, armando un degradé de comidas a lo largo y ancho del plato playo.

La vi haciéndome girar a upa mientras La Ola Verde estaba en su máximo apogeo. Me vi asustándola con una serpiente de vidrio, haciéndola caer por una escalera. Me vi estática pidiéndole perdón y a ella, hecha concha en el piso, riéndose y perdonándome.

A las 17:30 nos avisaron que se iba para quirófano. De a uno podíamos pasar a darle un beso para regalarle ánimo. Sin pensar en despedidas, me levanté y enfilé para su cuarto. Me temblaban las piernas. No quería creer que este podía ser el último beso en esos cachetes tirantes de 75 años. Pero lo pensaba.

“Te quiero mucho”, le arrojé mirándole los ojos tristes y asustados. Hundí mis labios mojados en su pómulo. “Mucho, mucho. Cuando salgas nos vamos a cagar de risa de esto”. Soné hipócrita en mis propios oídos. La fe de los realistas deja tanto que desear…

Salí y, de nuevo, me ahogué en el llanto de la espera. El segundo beso lo dio mi hermano. El miedo nos hizo uno.

Y comenzaron las charlas triviales. Asaltos, muerte de Mercedes Sosa, gas pimienta, cocinar cuando el novio cocinero está en Manila, terapia. El celular pedía aliento y energía positiva, esa que el cuerpo deja de fabricar cuando el cagazo es inmenso.

A dos horas de operación, el neurocirujano se hizo presente en la sala. El silencio cuajó las paredes. “Los familiares directos al quirófano, por favor”. Mi mamá caminó al instante. Mi hermano y yo la seguimos. Ante la duda, el olor a mala noticia se hace tangible.

“Bueno. La operación fue un éxito, sacamos un 80% del tumor, la paciente ya está extubada y con los ojos abiertos. Un éxito todo. Ahora lo restante lo tratamos con rayos, pero ya podemos decir que lo más difícil ha pasado.”

Mi mamá abrazó al cirujano.

Me reí con la boca entera.

Los ojos de mi hermano se emocionaron como cuando mi papá le regaló un tren ruidoso a los 7 años.

Mi abuelo, que justo había salido a respirar un poco, saltaba en la planta baja y salpicaba de llanto feliz a quien se le pusiera en frente. Sesenta años de amor lo habilitan para llorar como un mocoso.

El llanto de mi garganta se almacenó bajo llave.

Confiar que las cosas pueden salir bien es bueno de vez en vez.

Gracias a todos los que se preocuparon, los que alentaron por cualquier vía y a los que pensaron desde lejos.

sábado, octubre 03, 2009

Vale todo

En general, soy de las que vive esperando el batacazo ante la primera oleada de cosas buenas. Es sabido que lo choto de la vida se acumula en pequeñas dosis largadas de a grupo en momentos inoportunos o demasiado felices. Llegan para romper la estabilidad, cachetear a la rutina y recordarnos que somos mortales, que no valoramos lo que debemos o que directamente (y peor) damos mucho por sentado.

El miércoles 23 mi hombre alado viajó a Manila, en la berruga de Filipinas. A la vuelta de la concha de mi primera perra. El jueves lloré. Me molestaba su olor como en un constante aviso de llegada pronta, de nunca ido. Alteraba mi mente ver su desodorante en el baño, su barba cortada en la afeitadora que le regalé y uso para podar mi flequillo. Extrañarlo me arde como arrebato de sol en cuerpo aceitado. Hierve la aorta.

El viernes mi abuela es internada porque se le caían los vasos mientras lavaba y se la veía incómoda pelando una naranja. El viernes también le encontraron un tumor del tamaño de una ciruela en el lado izquierdo del cerebro. Ahora de pronto tampoco se le entendía una oración y se enojaba con ella misma porque se le escapaban algunas palabras.

De pronto los motivos para llorar y berrinchear se acumularon como protectores diarios en tachito de baño. Le abrí la puerta al momento en el que el escéptico interpreta señales divinas y el más fuerte se quiebra ante la impotencia escondida en la sorpresa. Ah, sí. Uno se lo veía venir… es grande. ¿Uno se lo veía venir?

Y de pronto una decisión: ¿se lo saca o se lo hospeda? La ciruela crece rápido y el deterioro ya está a medio tachar en la lista de “To do’s”.

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Se opera.

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El lunes a las 17, el escéptico estará optimista.

El lunes a las 17, el realista confiará en el destino de que será lo que tenga que ser.