lunes, julio 31, 2006

Refrescante

La escarcha en mis pezones indica que Buenos Aires entró en el cautivante invierno. Las palomas mágicamente posan en los árboles... muertas. Los niños que pasean cual marea de semen de adolescente virgen por la calle Corrientes intentando descubrir "qué obra pedorra ver en la que no participe Francella, ni La Bella y La Bestia, ni un hipopótamo violeta desproporcionado".
Caminé las calles del desempleo. Viví en carne propia lo que el día del amigo le hizo a los celulares. Recibí regalos ridículos como una agenda con un hombrecito de cerámica que hace totalmente inutilizable y vergonzosa la función de "agenda" para la cual se creó. Viajé con cientos de infantes y una vez sentada en el subte y combinando a Pellegrini... "AAAAACHÏS!!!!" (viejo de mierda). Sentí cómo el moco verde de este hombre, que por su edad ya ni derecho a enfermarse tiene, lo sentí rodar por la prominente punta de mi nariz y pensé: "La concha de mi tía en pelotas, ojalá sea argentino" (no recuerdo por qué el comentario racista, será porque en este momento un señor italiano con olor a ají molido habla por celular un intento de dialecto porteño que me crispa las neuronas).
Y así fue... tal como un embarazo no buscado, me engripé. En un momento reflexivo, me percaté del olor que tienen los mocos. Es como a azufre y mandarina mezclados y rociados con queso filadelfia. No cabe aclarar que no tengo sexo desde que el resfrío tocó mi nariz. La cabeza vive como albergando a un enano pateador de frentes, abombada... los oídos escuchan más que antes, pero la garganta cubierta de flemita rica para decorar no deja que las palabras circulen con fluidez. Los ojos... chorros de lagaña por las noches que se mezclan con las crostas duras de los mocos y crean surcos en la piel, estrías de mierdita que solo salen con vinagre rojo dice mi abuela. Linda. Estoy para chuparme los dedos y no sentir el gusto.
Hoy entonces, comienzan mis vacaciones de invierno... llenas de pequeños que quisiera aplastar como una manopla gigante, llenas de virus que quiero evitar tomando Redoxon de limón. Cuánta emoción. Felices Vacaciones.

viernes, julio 07, 2006

Limpia y primorosa

La Buenos Aires de los desempleados es un tanto aburrida. Por momentos se torna excitante, por ejemplo si se acaba en papel higiénico y algiuen tiene q ir urgente a comprar más o... o.... cuando tenés que ir a comprar ropa y no trajiste el desodorante para ponerte entre prueba de jean y pollera.
Hoy paseaba por Buenos Aires a las 4 de una calurosa tarde de invierno (pronto vamos a morir fritos, no disfruten tanto), cuando recordé que mi pareja estable con relación de pastillas anti-bebés salía de trabajar a esa misma hora y decidi ser una buena mujer porteña y asegurarme de que a la salida no se fuese con ninguna yegua mas que yo. Ahi estaba entonces a las 16.02 de la tarde en maipú y florida, a solo 4 horitas escasas de haberme levantado.
Algo raro está pasando. ¿Será un gas?... siento que hay algo dentro de mi panza que cree que apretarme el pupo es erótico. Me cago. MAL. Siento calor, calor que sube desde la panza, esquiva mi cuello y sube a la cara, chorrea unas gotas, vuelve a meterse por la nuca y.... vomité color coca cola.
El primer impulso de una mujer que siente una arcada es pensar dónde está ocurriendo todo: en una plaza sin nadie que nos vea o en medio del centro porteño donde es totalmente VERGONZOSO lanzar llamas negras olorientas por la boca???? Traté de tapar la fuga y cubrirla con la mano, con esto logré no solo vomitarme la mano sino el pelo enganchado a los dedos, el hombro que rozaba el pelo, la pollera nueva (parecen rosas rojas las manchas) y DENTRO de las zapatillas. Al mismo tiempo mi novio avergonzado tiernamente me limpiaba los gargajos de mierda de las pierdas y una especie de chivita que se me habia formado en la pera.
Gracias, gracias a la Coca Cola por haberme hecho pasar un momento TAN grato en la querida, queridísima Buenos Aires. Recuérdelo señora, si no comió nada no tome coquita.