martes, febrero 19, 2008

¡Kching!

El sol no nos había dado tregua por más de 4 días. De pronto, mientras miraba el final de “Son de Fierro” esperando la inminente muerte de algún otro integrante de la desdichada familia de Lapport, noté que mis pies estaban plagados de granos. La alergia a la gran bola de fuego suprema comenzaba a esparcirse desde mis extremidades, creando forúnculos de diversos tamaños, colores y puntas. Entonces pedí un deseo: “Que llueva así descanso del sol un rato”.
Al otro día decir que estaba nublado, encapotado, sería poco. El cielo estaba inundado de su propia agua, la garúa por momentos caía con arena, otras veces con cornalitos y quizás, si la suerte estaba de nuestro lado, traía una sombrilla tricolor nadando entre algas muertas. La manera en la que llovía no tenía comparación.
Fue en ese instante, de hecho después de desayunar tostadas con manteca y azúcar, cuando se nos planteó la duda de qué poronga hacer en la costa con un día semejante. A dos cuadras estaba el Casino, parecía una buena opción.
Caminamos bajo el viento hasta llegar a la puerta. Era azul y los vidrios dejaban ver un detector de metales que adornaba la entrada y, a metros, las maquinitas, organizadas por fila y bordeando las pareces. Todo el espacio eran maquinitas. Cada ficha que uno metía valía $1, esto daba 4 oportunidades, valiendo así 25 centavos cada crédito.
Cambiamos 30 pesos y nos entregaron 3 vasitos plásticos con 10 monedas cada uno. Si agitaba los 3 vasos juntos, por dentro sentía como el efecto de la Bayaspirina C, pero en lugar de en la lengua, en el estómago y la cachufla.
Medio reacia me senté en un banquito sosteniendo el pulóver en la mano y no apoyando por completo los cachetes del orto, sino como “a punto de irme”. Quién iba a saber que tan incómoda pose terminaría siendo una cábala para mi cerebro adicto al juego…
De repente una vieja se me acercó, era chiquita y tenía sombra color azul en los ojos de sapo muerto. Me miró y se acercó con la cara, le temblaba el corazón y eso la hacía moverse de modo extraño. Me dijo:
- Cuidame esta máquina. Ya le jugué 500 pesos y recién me di cuenta que todas las máquinas me robaron monedas. Todas. Así que voy a ir a buscarlas. Guardame esta máquina. Pero guardámela, no te vayas, estate cerca.
Sentí miedo, no sé si por el temor de convertirme en ella o por perder su máquina y que mande un pitbull a arrancarme una teta. Sea como sea, me fui de ahí y nunca más volví a cruzármela.
Nos quedaban tres monedas para jugar. No habíamos tenido ganancias, mucho menos habíamos recuperado los 30 pesos invertidos. Decidí probar suerte en otra maquinilla, metí una ficha, nada. Metí otra ficha y por fin la suerte se anticipó a mi vida. Dos 7 de color verde y un hermoso círculo que decía DUPLICA. Instantáneamente las monedas comenzaron a caer como cataratas de sorete post choclo, golpeando contra la base de la metálica cajota haciendo resonar un constante “Kching! Kching! Kching!”, rebotando contra las paredes, esquivando los vasos ajenos que habían sido olvidados en el piso. Sentí que era millonaria y tomé la decisión más sabia de mi vida: volver a casa. Había ganado 60 pesos. Había duplicado mi inversión… y ya hablaba como una jugadora empedernida.
El ruido de las monedas “kchingueando” no se borraba de mis recuerdos. Intenté creer que era un sonido ambiente de todos los casinos kching, para que la gente sintiera que siempre hay alguien ganando kching, pero no. Eran reales, el dinero flotaba allí dentro, era mi chance de ser millonaria kching, de ser la reina del Once kching, la que sobrevive al incendio, la que desafía las leyes universales del casino kching kching kching…. Entonces volví a cruzar esas puertas de vidrio, volví a arriesgar 30 pesos, y 20 más, y 20 más, tiré una moneda, luego otra, así todas, hasta la última…. Y perdí. Perdí hasta quedar seca, disecada, muerta en mi propio vasito. Perdí como se pierde en el casino, o todo o nada. Todo.


Kching.

10 comentarios:

Julián Torrado dijo...

18-02-08. Casino de Tigre.
Rodrigo (mi amigo made in Rosario)
Mi hermana Daniela
Chulian

R:Me voy. Esta maquina no garpa.
D:Quedate!
C:Boludo ya fue, quedate.
R:Ok, cinco pesitos más.
C:Jugale tres fichas asi triplicás. Si ganás el premio mayor te chupo la pija.
5 segundos más tarde
R:Me la vas a tener que chupar:)
Levanté la vista y le habían salido los tres loguitos, obteniendo el premio mayor. 600 mangos invirtiendo 75 centavos.

Evidentemente la única manera de ganar en el casino es yéndose a tiempo, o ser turista de la ciudad.


No se la chupé pero la próxima quizás se la muerda.

Julián Torrado dijo...

"¡Kching!" Yo voto para que hagas un ringtone con esa honomatopeya y lo vendas por interné para recuperar parte de lo perdido. Siempre hay algun boludo....

Envia un mensaje de texto con la palabra ¡Kching! al 69692x3llueve y bajate el Hit del verano Bonaerense.

Anónimo dijo...

me transporto, no se si por la lluvia o porque, pero lo hizo.
Mel: seca con dos c?
dami...el mas bombero

porteña dijo...

No Dami, error de mi dislexia.
Se agradece!
Beso a ambos.

Juan dijo...

Las viejas son al casino lo que el camionero piropeador a la calle Corrientes un lunes a las 9a.m.

el_iluso_careta dijo...

las maquinitas me aterran...

Santi dijo...

En mi vida pude ganar y/o recuperar lo que gaste en esas divinas máquinitas.


Besos

Los isleros dijo...

NO HAY otra manera de convertirte en "la reina del Once" que esa...
Sabes que es una cosa universar, a veces cuando voy a la feria los sabados a la maniana veo a las viejas fumando en la puerte de un bingo en un lugar muy parecido a Beirut.
Beso!

Anónimo dijo...

PORTEÑA.
me llegó un mail que hablaba sobre el asbesto, el rayon y el dioxin...
todfos elementos cancerigenos muy facilmente ubicables en... ta tan ta taaannn
LOS TAMPONES !!
yase yase no tiene nada que ver pero me acorde que te daban fobia. bueno ahora tenes una excusa

Sweet carolain dijo...

Muy lindo che, me gusta que seas de once y que estes meada por un elefante.. te espero por mis lares... saludetes