La soltería me arrojó de cabeza en la casa de una tía abuela de 78 años, de nombre “Tía Carmen”. Mi cuarto es un espacio al fondo de su casa sobre la calle Pasco, con una puerta, una radio, una tele de 39 canales, un ropero y una mesa con una máquina de coser.
Durante mi ausencia, el lugar de 4 x 3 se transforma en el cuarto de costura de la tía Carmen. Una ventana ubicada sobre la puerta permite el acceso ininterrumpido de arañas, polillas y mosquitos, los cuales acechan desde lo alto, esperando el momento preciso en que me entrego a los placeres de la cama de una plaza, para picotear mi cuello, talones y partes íntimas.
La tía Carmen me plancha, me cocina y me prepara el desayuno. Si mi horario de llegada supera las 2 de la mañana me pregunta si cogí. Si comparto la comida, me pregunta si cojo con quien la comparto.
Dos noches atrás tuve ganas de hacer pis a eso de las 3 de la madrugada. El baño está fuera de mi pieza, cruzando el pasillo y el cuarto de la tía. Para acceder al preciado inodoro debo atravesar el pasillo, una puerta metálica pesada, despertarla, despertar a Colita, la pequinesa que duerme a los pies de su cama, esperar que prenda el velador, shushee a la perra y sentarme a largar el cloro con la culpa de haber perturbado su plácido sueño.
Al principio evité cualquier tipo de bebida después de las 21:30, horario en el cual la tía se acuesta a mirar Tinelli. Esto no funcionó. Me encontré despertando a las 2 de la mañana día tras día, aguantando el pis hasta largar una partecita en la bombacha. Me dolió la vejiga durante días enteros. Pero una noche la situación se me fue de las manos.
Había tomado medio litro de Coca Cola, de postre sandía y me había llevado un vaso con agua a mi cuarto, por las dudas. Como la cena había constado de pizza y anchoas, la sed estaba fija en mi boca como el sarro de mis dientes inferiores. Hice mi regular pis de las 21.20, miré tele hasta las 23.50 y me dispuse a dormir. Pasaron menos de 3 horas cuando me levanté desesperada por evacuar la “porta meo”. Tenía la panza hinchada, las piernas estiradas y aún así, el pis no dejaba de pujar contra mi chula. Decidí que no podría dejar de despertar a mi tía esa noche. Decidí atravesar el pasillo, una puerta metálica pesada, despertarla, despertar a la perra que duerme a los pies de su cama, esperar que prenda el velador y shushee a la perra. Pero un inesperado obstáculo se sucedió en el proceso: la puerta metálica, la siempre abierta puerta metálica, estaba esa noche cerrada.
Me senté en la cama con las rodillas entrelazadas y pensé todos los objetos dentro de los cuales podría mear: El balde tenía dentro ropa y jabón, por lo que quedaba descartado. Cacerolas y bowls me generaban asco: sentí que cada vez que mi tía Carmen cocinara dentro de alguno de ellos, una arcada se suscitaría por mi tráquea hasta mutar en vomitito. Miré con cariño a mi botellita personal de agua, pero la sola idea de mancharme las manos en el intento de emboque del chorrito me dio frío y, nuevamente, objeto descartado. Fue entonces cuando mis ojos se cruzaron con la alcantarilla del patiecito interno…
Apagué todas las luces de la casa y tomé el celular para alumbrar mi camino. Con la vista fija en la puerta metálica, apoyé la espalda contra la pared, quedando en posición de sentada, pero sin silla, como en el aire. El primer chorro de pis salió de mi vejiga como impulsado por una catarata de chinos escapa tifón, mojando enteros mis talones. Intenté por todos los medios contener mis paredes vaginales, intentando hacer menos potente al eterno disparo de meo, pero ya era demasiado tarde. Al caer mi pis en la alcantarilla y hacer contacto con la mugre que allí moraba desde 1952, un olor nauseabundo empezó a teñir el aire. Fue en ese instante y gracias a la pantalla de mi celular, cuando vi las cucarachas saliendo de mi eventual pelela. Trepaban por las rejas de la alcantarilla, todas empapadas por mi meo y corrían despavoridas con rumbo incierto. Una de ellas chocó contra mi talón, lo que ocasionó que saltara, cagada del miedo, y mojara con pis naranja las botamangas de mi pijama gris. Ahora mis talones no eran los únicos con evidencias de la difícil noche.
Segundos más tarde, todo el líquido había desalojado mi vejiga y siendo las 3.07 de la madrugada, me dispuse a dormir en paz. A la mañana, mientras desayunaba café con leche instantáneo con Criollitas y mermelada, mi tía Carmen, mientras prendía un espiral para los setenta y cuatro mil doscientos dos mosquitos que nos acechaban, exclamó: “¡Qué olor! Esta perra de mierda seguro meó en el patio”. Mal o bien, yo también culpé a Colita.
COLUMNA PUBLICADA EN LA EDICIÓN DE ESTE MES DE "MAVIROCK REVISTA"
11 comentarios:
Seguís siendo tan asquerosa y divertida como siempre jajajaja ojalá nunca cambies como te dije Meli!
Un besote desde un inodoro gigante jajajaja (ojalá encuentres un lindo arbustito para la próxima)
jajjajajaja esperemos que la próxima ya tenga casa con baño! jajaja gracias por pasar, querido.
JAJAAJAJAJ no paré de reirme en todo el texto, te juro. Anecdótica la situación, y las palabras que usas para describirla ajajajajaja me sigo riendo (?)
y encima sos de once, mi hermana vive ahi y yo frecuento (?)un beso, te sigo leyendo :D
nena si meás naranja estás hasta las pelotas...
Pobrecita!! Que bajón!! Como siempre, impecable lo tuyo!! Muy lindo post. Suerte hoy!
Beso!
María.
Me cagué de la risa!!!
Fabu
jajajaja buenísimo!!! Yo una vez tuve que mear en la pileta del lavadero ante una situación similar.La ventaja es que pude abrir la canilla para que corriera agua.
Genial el post!
ajjajajajaja!! que buenoo que esta el relato! jajaja!
Lo peor es lo de las cucarachas, porq es como que te invaden y van a una velocidad inquietante, encima una se choco con tu talon y manchaste de MEOO! noo loco.. Muyy buenoo! jajajajaj
Un beso grande. Die!
me perdí de algo?? cómo 'la soltería'???
comentando en post... sos como aquiles.. ambos con el talón vulnerable:P
No podéeeeeeeeeess comer piza de anchoas y de postre sandia!!!! que ascorr
Y eso del meo anaranjado? mmmmm suena sospechoso.
Jaja!! Genial. Me alegraste el día con tu historia. Tu humor es fantástico Mel.
Besoooo!
Nan...
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