miércoles, noviembre 22, 2006

Envidia

De la convivencia, lo peor es la envidia. Por más sana que sea. Auque… realmente… la envidia sana es la mentira más grande que ha pasado por las amistades, los romances, los gobiernos y hasta los álbumes de figuritas, sin mencionar la playa.
Buenos Aires nos esta acostumbrando tímidamente a festejar todo lo que existe a nivel mundial. Esta es la razón por la cual Once repentinamente se lleno de calabazas horrendas creadas en la decadencia de Utilísima Satelital, brujas muy similares a mi madrina (encuesta: Quien mantiene el contacto con su madrina?) y demás huevadas de menor importancia que las ya mencionadas.
También hemos visto al micro centro pintarse de verde diarrea post pizza de verdura todo porque a un santo llamado Patricio, que por mas blanco y puro, era alcohólico y bien que le cabia chupar, le pinto que todos tuviéramos resaca ese día en su honor. No me quejo de eso, sino de los miles de forros de papel araña que salieron a la calle con la camiseta de Irlanda o simulando ser duendecitos vírgenes a los 42 años.
Hoy, mi pareja estable tanto en la cama como en la enfermedad, la pobreza y las cenas de Burger King, se levanto una hora antes que yo porque su empresa, feliz predicadora del Día de Acción de Gracias, esa fiesta donde los pavos son sacrificados y después les agradecen en ronda, rezando por haber muerto sin nervios y ser una carne tiernita, bueno, para el festejo, la empresa invito a sus empleados a un desayuno en un conocido hotel de la capital federal.
Cuando el partió, mi estomago ya deliraba envidiosamente con masas y alfajores bañados en chocolate, con frutas bañadas en chocolate y con… baños de chocolate.
Tras su partida, a mi me restaba una hora de placido sueño, en la que mi cabeza se dedico a elaborar un algo muy interesante: Arribaba yo a una ciudad donde los habitantes, generosos y limpios y ricos, caminaban por sus veredas cual catering ambulante ofreciéndome comidas, postres, desayunos y hasta había un elefante vertedor de leche con nesquik.
Imaginen como me levante. Ansiedad oral, anal y estomacal. Gula. Horror.
Una vez en el trabajo, aun con hambre, fui a la cocina por un café de filtro gratuito y me encontré con algo sobre la mesa: una medialuna de grasa. Calentita. Gordita. Engordante. Me anuncie: “Voy a hacer pis, me hago un café con leche y la hago mía”.
Lamentablemente, al volver, alguien había decidido que mi medialuna solo serian algunas migas, y un simple sueño y la secuestro y aniquilo mas tarde, dejando en mi un vacío, una angustia, una pena tan grande que… que… almorcé mis empanadas sobrantes de la noche anterior a las 10 y media de la mañana.

martes, noviembre 21, 2006

Dichos que hacen de un martes un día de mierda

"Hoy va a estar fresquito, llevate un pulóver"
Y te abrigaste hasta el orto, solo para salir y que Buenos Aires te chupe con su ola de olor a chivo y te haga parte de la manada de mulas.

"Ya falta poco ehh...."
No, no falta poco. Es recién martes. Falta más de la mitad de esta semana, que, como la anterior, y la anterior ya se perfila como una gran y recalcada poronga virtual.

"A ver si damos un pasito mas para adentro!"
NO VES QUE TENGO LA TETA EN LA CARA DEL JESUS QUE TENES PEGADO EN EL VIDRIO DE LA PUERTA!! DONDE QUERES QUE ME META?

"Querida, no me dejarías sentar por favor?"
Si señora, claro... (la concha de tu madre vieja prostituta)

"Pedimos a Mc Donalds?"
(Gritos: "sii, siii, que rico, quiero quiero")
"No, gracias, no tengo hambre".... y mientras, la telaraña que se formo en la inactividad de tu bolsillo te pide disculpas a vos y a tu panza, que ya sabe recitar la marcha peronista en turco con los ruidos del hambre.

"Chicos, les molesta si pongo a Andy en la radio?"
esta en mudo?

"Me da una moneda me da una moneda me da una moneda me da una moneda"
(bloqueo mental involuntario) Tomaa la moneda mierda carajo carajo mierda! (Gracias Mirta)
Y ahora te faltan 10 centavos para volver en el 124. Que vivan las caminatas, menos mal me traje el desodorante...

lunes, noviembre 20, 2006

Condena Mortal

¿Como hacer para decirle a una señora de adentrada edad que uno no la quiere? ¿Como hacer para hacerle entender que no es tu abuela, que no tenes ganas de hablarle y que por mas que tomemos el mismo colectivo, no tengo ninguna intención de sentarme a su lado a verla mover sus dientes postizos sensualmente?
EL 124 no es un simple colectivo. Es el colectivo donde viaja la mujer de Gargamel, la diosa de los fastidios, el mismo bombón asesino.
Fanática de Hanglin, adoradora del Mundo Paralelo donde existe la Republica de San Isidro, esta dama de pelo negro con reflejos al estilo Senor Shiffield (fonética, pura fonética) y anteojos que ya superan al culo de botella, sino que mas bien son de circunferencia muy similar a la de el ojete de Nazarena velez.
Nuestro primer encuentro fue feliz. Recién me estaba familiarizando yo con el recorrido del 124, por ende, cualquier comentario sobre calles era bienvenido en una charla, hasta que el tema me desbordo. La grouppie del hombre que se desnuda sin importar lo antiestético de su imagen, empezó a describirme el panorama de Callao, a hacer paralelismos con Europa, con su quinta con pileta, con la concha de Jebus y yo, desde mi pobreza, la miraba sintiendo un impulso cada vez mas irrefrenable de meterle un vibrador en la garganta. Bien adentro. Robarle la cartera, pelarla y depilarle los bigotes.

- Señora, disculpe, me tengo q bajar...
- Pero querida, te estoy hablando....

Calor. Desde adentro. Calor. Ganas de matar. Ganas de llenar la capital federal con sangre de vieja. Me baje sin saludar y escondiendo los brazos, no fuera cosa que se me colgara y encima la llevara de prendedor por las 4 cuadras de Libertador q transito cada mañana.
Mi sorpresa futura fue lo que marco mi vida: Verla todos los días en mi misma parada, recordándome el mal trato que le ofreci, con su cara de culo, sus pelitos erectos al costado de los cachetes y una mirada de Virgen desilusionada. Mi desgracia y mi castigo es ahora verla mirarme mientras yo simulo hablar por el celular, o leer o ser ciega o mogolica. Mi condena es que cada vez que subo al 124 a las 9 34 de cada joven día, los únicos asientos libres son 2, uno al lado del otro. Yo junto a la vieja y la vieja junto a mí.

Magia Negra

Ventanas... ventanas...
miles de ventanas y ningun ventanal.
duele la noche de ovarios perezosos
de jabali meador de mala fortuna que se asoma al abismo, pero...
nadie ve nada.
Son miles de ventanas, pero nadie ve nada.
El ovillo de lana formo un laberinto,
los sillones empapados de sexo barato se deforman como las sombras.
Donde estan mis cosas?
Hoy el espejo es color azul y las canillas escupen tornillos,
las guirnaldas del cumpleanios que no fue siguen adornando para los desorientados.
Me pregunto si Borges se entendera a si mismo.
Me pregunto por que no salgo a pasear.
Corrientes ees de carton corrugado que nunca se quema,
de invitados sorpresa que babean las veredas,
de olor a jojoba y a culo.
Es un dia poblado lleno de silencio,
el silencio de dia es bastante triste.
magnifico. maravilloso. estupendo.
Roncan las focas y se ahogan en sus gargajos,
el pus revalsa del pelo encarnado
y vomita sobre mi hombro.
al fin...
al fin mi hombro cambio de color.

sábado, noviembre 18, 2006

Juicio y castigo

La mañana me sorprendió a las 9.10. Mi pelo apestaba y chorreaba caspa de las puntas florecidas cual huerta en primavera. Algo no estaba bien, pude sentirlo en el aire porteño… era mi muela de juicio.
Uno piensa: son 4, por que no salen todas juntas? El dolor seria inaguantable, pero tendríamos la certeza de que NUNCA vamos a volver a sentirlo. Pero no. No es así. La muy hija de un camión africano de prostitutas gratuitas empieza a puntear en la esquina de mi maxilar inferior y yo siento una punzada en el cerebro que se extiende por toda mi cara dejándola tan dura como las bolas de un pajero.
Así, con la cara tiesa, el pelo sucio y sin ánimos de usar zapatos, me fui a trabajar. Me calce las zapatillas aprovechando que no venia mi jefe y un pantalón que me entra desde que mi mama dice que soy anoréxica.
Son las 8 y 40 de la noche y ya me colé unas 4 aspirinas. Los dolores de la gente sin obra social son fáciles de automedicar: si te duele la cabeza es aspirina, cafiaspirina o tafirol. Si te duele la panza son mimitos o un pedo y si estas con vómitos anda a llorarle a la Mujer Maravilla.
Hechos que sucedieron al dolor de muela:
Un morocho intento lustrarme las zapatillas por $3.50. Ese es el precio porque usa la lengua y liquido preseminal para que queden brillosos.
Robé tronquitos de atrás de la pizza porque la extrema pobreza no me permite comprarme almuerzos. Los escondía detrás del teléfono para que nadie los viera. En un momento el asco me sobrepaso cuando mordí una parte que tenia agüita de saliva verde.
Me descubrí número 59 en un ranking de blogs… horas más tarde 60… luego 61 y ahora…. Ya no estoy más.
Di un paseo con el plomero. Le mostré la canilla goteante, la cadena disfuncional con pequeños rastritos de mierda en el inodoro. A cambio, él me enseñó un método para que no gotee el agua que seguro aprendió en la cárcel de caseros donde cayo condenado por violar a una dama bajo una ducha sin arreglo.

Hoy más que nunca… qué placer vivir en Buenos Aires.

martes, noviembre 14, 2006

... tiene que bajar.

Es interesante la evolución de Buenos Aires. Ya adentrados en Noviembre y sin haber conocido plenamente a la primavera y mucho menos al invierno salvo en dos o tres ocasiones esporádicas en las que se nos helaba la vulva si no salíamos con tampones acolchonaditos, esta mañana nos encontramos despertando bajo una bella temperatura de 25 grados a las 9 de la mañana. 25 grados. ¿Será esta la condena por no haberme dado la vacuna de la rubéola?
La gente comenzó a poblar al 124. Los choferes tienen un serio problema con la física y lamentablemente no saben darse cuenta de que cuando una embarazada tiene la panza saliendo por la ventana a presión y las viejas van colgadas de los para avalanchas, (que es para lo único que vi usar los espacios para discapacitados en los colectivos), es porque YA NO HAY LUGAR ni para sentir el olor a indisposición de verano.
Tapada mi visión, me percate de lo fácil que es confundir la tonada colombiana con la villera. También hoy, día de revelaciones, me di cuenta que los carteles que cubren a Buenos Aires toda con la media cara de un rubio, no son posters de Eminem, sino de un cumbianchero que muy felizmente esparcirá su música en estos días.
Mi máximo asombro de hoy llego con mi llegada al trabajo. Desde media cuadra antes pude percibir que algo sucedía. Toda la gente del edificio estaba abajo o bajando, despeinada, a los gritos y con brazaletes de colores que me hacían creer que estaba en la Creamfields de la involución, sin pastillas, sin música, pero rodeada de boludos.”Un simulacro”, me aclaro el portero, que también portaba un brazalete naranja fluo con la L de Líder de las Batatas en blanco.
Ya estaba llegando tarde a mi piso 20, así que decidí usar la entrada de emergencia y hacer caso omiso a los carteles de NO ENTRE que colgaban de la puerta.
“Obvio que me tomo el ascensor”, me dije a mi misma, como convenciendo al putisimo Pepe Grillo que todos tenemos dentro, pero que cuando tiene que hablar tiene la poronga de la ballena en la garganta. Subí al ascensor. Piso 17… 18…. 19…. Me falta uno… ups.
Ante el estancamiento del ascensor similar al tracto rectal de Terminator donde no hay aire, ni puertas, ni gente, presione la alarma. Primero fue un timbrecito, dos… hasta que ante la negativa de respuesta empecé a desesperarme, a chivar, a gritar como una histérica y hasta a pegarle patadas a la puerta arruinando mis zapatitos de punta de pija.
Repentinamente un ruido. Me mire al espejo y descubrí lo peor. Los pelitos del costado de mi cabeza estaban en el aire, hacia arriba… me estaba cayendo en el ascensor y el ascensor se estaba cayendo conmigo.
- ¿Hay alguien en el ascensor? Repito, ¿hay alguien en el ascensor?
- SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
- Te estas cayendo!!!!
- ………. (la concha de Jebus)
- Te vamos a ir a buscar al subsuelo.

Y entonces… me prepare para morir. Tal como había visto en las películas de astros como Mel Gibson, Bruce Willis y Emilio Disi, me ubique con mi pollera nueva en una de las esquinas del ascensor, con las patas arriba de la baranda a esperar mi final. Me iba a morir. Un bajón morir en noviembre, me pierdo Navidad carancho!
4….. 3……2……1……. Sentí que me chuparon la cola los amigos de Fabio Zerpa. El ascensor choco contra algo blandito, pero seguro en el subsuelo y me tele transporto al primer piso, donde se abrieron las puertas y los porteros, gente linda si la hay, me vieron en trabajo de parto.
-No se podía usar el ascensor chica!
-Lo siento, ¿les arruine el simulacro?

miércoles, noviembre 01, 2006

Todo lo que sube...

Llega un momento, un shock eléctrico en los pezones de los mortales en el que lo bueno de la vida termina. La adrenalina de la vagancia se viste de luto, vuelven las ojeras, la alarma deja de pajearse con el paso de las horas y vuelve a estar en guardia a las 9 de la mañana para jodernos la existencia.
Llega el día en que Buenos Aires vuelve a tener mañana, la ropa sucia necesita volver a ver a los chinos unas 2 veces por semana y las bombachas definitivamente no alcanzan. Los corpiños sí... ¿no vieron que nadie se queja del olor a teta?
Por desgracia, de chiquitos, la fábula de la cigarra y la pelotuda de la hormiga marcó nuestros destinos: Trabajar todo el año para tener 3 meses de invierno sin riesgo de morir de una embolia cerebral. Esta fábula es definitivamente una mierda, piensen: la hormiga descansaba en invierno y ENCIMA tenía 3 MESES DE PAJA EN LA ORGÍA DE SU HORMIGUEROOO!!! Las mentiras al estilo de Adán y Eva (lo siento, tampoco comieron manzanas ni vieron la luz, nada) me cansan y me estresan.
Hay que volver al trabajo. Qué placer. La primer semana por lo menos nos da un respiro. Vamos al pedo, conocemos el baño, estrenamos el bidet y hasta tomamos café de filtro. Llegamos temprano, sin resaca y con la conciencia tranquila de que aún nada pasó que amerite un posible despido.
Volver al sistema. Volver a la rutina. Es bueno sentirnos útiles y queridos, pero no nos engañemos, no seamos hipócritas, no escondamos a la cigarra debajo de la camisa sin escote ni tapemos a los pensamientos con positivismo coorporativo. Aunque me regalen tazas, remeras con mi nombre, destornilladores que creí que eran lapiceras de pluma y hasta una pelota amarilla para apretar y sentirme menos como un hámster... las ganas de renunciar no se van ni con lavandina y detergente.

Amén.