lunes, febrero 19, 2007

Viciosas y voladoras

Será por el reciente frío o por la intolerancia a los infantes que este verano estoy desarrollando, pero la sordera que esta mañana me atacó no deja que pueda escuchar ni siquiera el sonido de mis propios pedos caldosos luego de una cena gorda y sin postre.
Volvía yo de Quilmes en el auto con mi padre cuando avistamos palomas en la calle Belgrano. Eran decenas de ellas, todas blancas y negras, con esa característica que las hace únicas e inigualables: su maldito olor a una nada que molesta. El acto reflejo de estas gallinas defectuosas siempre es correrse y volar ante el movimiento de algo situado en su cercania, pero no. Este no era el caso de esta paloma. Ergida mirando al Fiat Uno como Santo Biasati indignado por la contaminación del Himalaya, el animal mordió su galletita que estaba en medio de la avenida y al ver que no podía llevarla consigo si decidía volar, se dispuso a morir allí mismo. La viciosa paloma mascó migas con la velocidad que aspira un ornitorrinco el orto de su mama jirafa y justo en el momento en que el animal con menos funciones útiles del zoológico iba a dejar de ser parte de la Plaza de Mayo, mi padre tuvo piedad.
La noche llegó al barrio de Once. Fuera de traer una paz interior, las noches del domingo tienen un efecto devastador, deprimente y hasta suicida, como hemos tratado previamente en este mismo espacio. Habiendo ya decidido qué comer, volvimos a la habitación solo para poner la mesa sobre una tabla en la cama y ahí estaban ellas. Eran dos. En otra etapa de mi vida hubiera huído a llamar a los Cazadores experimentados de esta especie, pero como esta vez estaba acompañada, preferí no temer aún cuando la palabra "cagazo" estaba cobrando en mi estómago su real significado. Lucas tomó su alpargata a cuadritos, yo una toalla amarilla y me dispuse con ventilador de pie en mano a espantarlas con una rafaga de viento. Esto solo logro que la polilla del demonio volara esta vez con mas determinacion que antes para meterseme en la abertura de mi vajina cubierta por una bombacha roja de alto contenido sexual. Escapé a los saltos sin lograr matarla. Mi caballero arrojó su alpargata para pegarle al ave del demonio, pero el mismo miedo impidió a sus funciones motoras desarrollarse con normalidad. Enfocados únicamente en una de las polillas, perdimos el rastro del otro animal constituído enteramente de pelusa radioactiva y se nos apareció atacando por la espalda para hacernos salir del cuarto y hasta reconsiderar la idea de dormir en otra habitación.
No, no pueden vencernos dos polillas. Tres quizas, cuatro... mas que seguro, pero dos no.
El raid estaba fuera de discusion. Mas alla de ser matacucarachas y alimenta polillas mutantes, nuestra comida ya estaba sobre la cama, no podiamos ponerla en riesgo. Entonces, finalmente y luego de varios intentos fallidos, nos arremetimos a los animales del Purgatorio como quien tiene un hambre voraz y no quiere que estas milimetricas mierdas arruinen el ultimo momento sin trabajo hasta dentro de 7 dias. Agarramos un escobillon pensando que la mataria... solo logramos romper el escobillon. Sin quererlo ni pensarlo las dos polillas ahora eran tres. Logramos auyentar a una al exterior, lo que hizo que nos encerraramos para matar a las restantes o alejarlas lo mas posible de nuestra ubicacion. Nos sentamos en la cama. Estaban escondidas. Comimos, pero la paz no lograba volver a la habitacion.
A mitad de la noche otra de las conchudas salio a la luz de la tele y se abrazo a mi botella de agua. La paralisis del miedo nos hizo gritar, correr y arremeter a palos a ese animal de mierda. Tal fue la desesperacion, que la ultima integrante del trio escapo como la primera para volver a encontrarme esta mañana en el baño, mirandome con sus ojos de nada, debilitada por el sol, esperando la muerte que finalmente llego con la suela de mi zapato. Polilla de mierda...

Moraleja: Todo lo que vuela te caga la vida.

5 comentarios:

Santi dijo...

Bichos insoportables sin duda..

Fernando dijo...

Bichos mezquinos, no soportan la derrota y se quedan ocultos hasta que te olvidás o te distraés, y ahí atacan a traición, pasandote por atrás de la oreja, o posándose a centimetros tuyo.

Del saque mas chico de raid que les pongo, mueren estampadas contra la pared :-)

Salu2!

Anónimo dijo...

amo q compartamos la fobia a estos espeluznantes bichos. puaj.
me senti totalemente identificada.
:S

H dijo...

Te salio re estifen kin boludaaaa

Anónimo dijo...

Esas son polillas chinas, del supermercado de enfrente. Cuidado. Se tiran pedos con purpurina.