jueves, agosto 02, 2007

Dame dolor

Las semanas avanzaron con urgencia y el gran día llegó: tenía que ir a tatuarme. Mis desvirgaciones en el campo de éste arte eterno comenzaron hace ya varios años haciéndome tatuajes hippies que hoy perduran en mi cuello (una dama en pelotas) y en la base de mi espalda (un gato negro confundido erroneamente con el maldito gato de Árbol, diseño que mi padre asocia con prostitutas amigas), con orgullo, con firmeza. Más tarde, mi caballero de armas desarrolló su habilidad tatuadora y me presté para su práctica, temiendo lo peor, pero logrando excelentes resultados en mis hombros raquíticos y deformes.
Lo bueno de tatuarse con personas conocidas, personas cercanas, es que uno puede sencillamente mariconear. Ésto implicará llorar, pellizcar, gritar como un chancho orgásmico, gemir, no molestarse si la bombacha sale por sobre el pantalón o mucho menos si la rayita inocente del ano cagado asoma como febo por arriba del jean.
En éste caso, mi nuevo tatuaje sería con un hombre alto, desconocido, de pelo largo, tal como uno podría imaginar a Jebús si tuviera onda, tatuajes y buen olor.
Sonó la alarma, se me frunció entero el ojete. Desde el ojo titilante hasta el fondo de la tripa más sucia de mi intestino, todo se cagó en las patas. Los augurios de la noche anterior no habían sido alentadores: "Te vas a desmayar Mel, no te la vas a bancar, no vayas a hacer papelones, para eso no vayas", lo cual agregaba aún más presión sobre mí.
Tenía que desayunar, pero no me pasaba ni una pastilla de Nerds por la garganta. El café solo me hacía pensar que, de tomarlo, me agarrarían ganas de cagar en el medio de la sesión y no tendría más alternativa que tragarme el sorete con ansias hasta la hora de salida y eliminarlo en el Mc Donalds de al lado.
Salí a la calle, llegué al local. Me senté y el sudor frío ya recorría feliz el sendero entre mis tetas. Me dejé puestos los guantes para tener algo que morder sin necesidad de acribillar masivamente a todas mis uñas. Me acosté en la camilla y de a poco las flores fueron tomando forma.
No grité ni me desmayé, no lloré ni me cagué, tan solo me mordí los brazos con la misma potencia que Sofovich ejerce sobre su pierna irreal y me dejé moretones del tamaño de ostras de Mar Chiquita que aún hoy subsisten amarillos e inflamados.
Una vez finalizadas las 3 horas de martirio que los tatuadores llaman "la gracia del tatuaje", hecho que no comprendo después del primero: NO SERÍA MEJOR PARA TODOS SI DOLIERA UNA VEZ Y DESPUES EXISTIERA LA CURA DEFINITIVA? La pastilla que todo lo cura? La anestesia que todo lo olvida?. No. Para ellos el dolor es "la gracia". En fin, una vez pasadas 3 horas tenía que levantarme para irme. Me miré, me gustó, pero me olvidé de observar el estado de mi cara. Salí, me tomé el subte y al llegar a mi hogar, medio moribunda, con la presión baja, pero la felicidad de encontrar a Rial en la tele, me miré en el espejo y mi reflejo mostraba un maquillaje corrido hasta la pera, ojos carentes de delineador, sombra rosa desparramada por los cachetes, los dientes llenos de pelusas de los guantes rojos que me encontré en la bolsa del laverrap, la boca seca como el culo de Mirtha y las hebillas desarmadas, formando una especie de pija sobre mi frente que hacía un efecto Oaky de los suburbios.
Viva el dolor que te sigue hasta la tumba, viva las mujeres horribles que "no buscan ser perfectas" y toman H2O!, viva el desarreglo, la vergûenza ajena y los calditos Knorr. Ya tengo tatuaje nuevo, todo lo demás no importa.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

yo hace tres años que dubito...sé q es desmayo seguro, ni hipotéticamente, ni un quizá me desmaye...es seguro:me desmayo...pero algun dia juntare tu valor..y voy a tener la langosta verde sobre mi hombro derecho...

Anónimo dijo...

dios q sufrimientoooooooooooooooooooo. menos mal q pienso hacerme uno pequeño. peor muero por ver ese tatoo
te kiero y te veo el sab :)


Pd. me excita la foto del pancho jajaajjaj

Anónimo dijo...

tengo ganas pero no me decido por ningun diseño, en fin ya vere que hago

Anónimo dijo...

DE HABER SABIDO QUE DE GRANDE TE GUSTARIA TANTO QUE TE PINCHEN, NO ME HUBIERA HECHO TANTA MALASANGRE CADA VEZ QUE TE TENIAN QUE VACUNAR DE CHICA!!!!Y BUE ...TODOS DICEN QUE DEL ODIO AL AMOR... MENOS MAL !PORQUE LOS TATOOS Q TENES T QUEDAN HERMOSOS !!!!

Bianca dijo...

Jaja, me encantó este post. me meo de la risa con tu soberbia prosa afilada como navaja. Te invito a pasarte por mi netlog, tengo unos blogs muy concurridos.

un beso

Bianca
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